BREVE HISTORIA DE LOS ORÍGENES DEL SURF EN LAS ISLAS CANARIAS
2 March 2020 Texto: Tato & N.B. Fotografía: Archivo tato Surfboards. copyright de cada autor.
El surf tal como lo conocemos hoy en día se expandió en Canarias a finales de los años 60 pero el pueblo canario siempre ha estado ligado al mar. Ya los primeros pobladores del archipiélago, los guanches, utilizaban ampliamente la pesca y el marisqueo en las zonas costeras dónde se asentaban. Debido a las peculiaridades geográficas de las islas siempre ha existido una importante conexión con el mar y esto propició que sus habitantes acudieran a él no solo para buscar una fuente de alimento y subsistencia, sino también para el ocio y el puro disfrute.
La primera constancia que se tiene de la práctica del surf como tal en Canarias data del año 1963, en la playa de Martiánez en el Puerto de la Cruz en Tenerife, concretamente de la mano del ilustre australiano Peter Troy que andaba viajando alrededor del mundo con su tabla bajo el brazo. Él fue quien llevó el surf por vez primera a infinidad de sitios, mucho antes de que el viaje como aventura y la búsqueda de olas se convirtiera en tarea obligada de cualquier surfista. Esto quedaría prácticamente como un hecho aislado para la comunidad local pese a que ya, en algunos sitios de las islas, se “jugaba en las olas” con la utilización de viejos trozos de maderas (llamadas Panas) provenientes de cascos de antiguos barcos de pesca o en desuso. Desde luego, esto es materia de estudio porque hay constancia de que varias generaciones de pescadores las fabricaban con formas y dimensiones específicas para arrullarse en las olas, esto podría sugerir (aún siendo muy atrevido decirlo) que el surf, en una de sus facetas, pudo haberse originado también de forma espontánea a este lado del océano. No sería hasta algunos años más tarde, con la llegada de grupos de surfistas principalmente procedentes de Estados Unidos (muchos desertores de la guerra de Vietnam), que el surf calaría de lleno en el corazón de los canarios. La primera “comuna hippie” que se estableció fue en Arguineguín, al sur de Gran Canaria y fue por ahí por dónde el surf comenzó su imparable desarrollo por todo el archipélago.
Uno de los núcleos dónde más fuerte arraigó el surf fue en un pequeño pueblo pesquero de la zona noreste de la isla de Tenerife, Punta del Hidalgo y también en su vecino Bajamar. Hasta allí llegaron cuatro americanos que se asentaron durante un tiempo llegando a formar parte de la comunidad local, algunos de ellos trabajaban como panaderos o albañiles para poder subsistir durante los meses de invierno que pasaban surfeando. Poco a poco la voz se fue extendiendo, muchos surfistas peninsulares, europeos, ingleses, australianos, etc. visitaban las islas y Canarias se convirtió en parada obligada de la peregrinación que todos ellos hacían tras pasar por el estrecho de Gibraltar provenientes de Portugal, norte de España, Francia… para terminar recorriendo la costa norte africana y acabar recalando en el archipiélago. Tanto fue así que aparecen fotos de la Punta del Hidalgo (pese a que no se nombra explícitamente) en el documental The Far Shore de los californianos Kevin Naughton y Craig Peterson. Este documental recoge la labor periodística y fotográfica que estos reporteros hicieron durante 10 años documentando y narrando sus viajes alrededor del mundo para la prestigiosa revista Surfer Magazine. Todo esto no pasó inadvertido para muchos de los jóvenes del pueblo como los hermanos Francis y Pablo Arnay, Carlos “Coca-Cola”, Mamen, Fisco y tantos otros que veían en los surfistas extranjeros modelos a idolatrar, en ocasiones heredaban el material que traían con ellos y esto hizo que poco a poco dominaran el arte de cabalgar las olas.
De todo ello dio buena constancia Don Pablo Arnay, padre de Francis y Pablo, que documentó con su cámara Zenit E y algunas otras como Nikonos III y V el estilo de vida del momento y el movimiento cultural que se estaba gestando. Gracias a él existe una gran cantidad de material fotográfico que ha podido ser digitalizado para conservarlo y mostrar a las nuevas generaciones.
Gracias a todos aquellos que abrieron el camino, el surf en Canarias llegó para quedarse y permaneció ligado para siempre a la gran comunidad global de la que formamos parte todos aquellos que amamos el mar y las olas.
TATO SURF / JESÚS DIONIS Bajamar / Tenerife:
Tato es un amante y preservador de la cultura surf en todas sus vertientes.
Viajante y espíritu libre, nacido en Melilla, desde muy joven desarrolló su pasión por el mar y la naturaleza, fue su padre quién le contagió la curiosidad y el respeto por todo aquello que le rodeaba haciendo que durante sus muchos viajes siempre se interesara por la cultura y costumbres de sus gentes.
Consciente del importante legado histórico que el surf tiene y tras haber echado raíces en un maravilloso rincón del atlántico llamado Tenerife, durante muchos años ha combinado su trabajo como shaper con la de “divulgador de la historia y la cultura surf”.
Él ha sido la chispa que ha movido a toda una comunidad surfera a desempolvar y a sacar de los baúles del olvido no solo tablas y objetos históricos sino un sinfín de historias, fotografías y vídeos del pasado.
Toda esta cantidad de material ha sido mostrada en numerosas exposiciones a lo largo de los años logrando otorgar la merecida importancia que el surf ha tenido en sus gentes, con esto ha conseguido que a través del conocimiento del pasado se honre y se cuide el presente para así preservar el futuro.
Gracias a acciones como esa, tanto él como muchos otros han recogido la importante labor que ya tuvo durante los años 90 la fundación Ades (incluso contaron con la colaboración del mismísimo Tom Curren) que luchó a favor de la protección de los fondos marinos y en contra de la construcción del dique que arrasó con la famosa ola Fitenia, en el sur de Tenerife.
Actualmente, está inmerso en un nuevo proyecto en forma de tienda cultural dónde se muestre parte de su colección de forma permanente y se puedan dar a conocer y se exhiban obras de artistas locales.
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