domingo, 26 de abril de 2015

Hot Rod & Surfboards por Dídac Piquer


Hot Rod & Surfboards

Tyler Hatzikian con su Hot Rod - Foto: Toni T.

En la California de los años 50 y 60 se dejaba sentir el dogma “Oil and water don’t mix” haciendo alusión al antagonismo entre las subculturas del surf y del hot rod. Pero la realidad es que en esos años existieron surfers que compaginaron el surf con los motores de explosión. Algunos de esos bohemios de la playa, que ingenuamente invirtieron esfuerzos en manufacturar tablas a mano o a producir documentales fílmicos, se convirtieron entrada la década de los sesenta en pilares de la naciente industria del surf.
Hobie Alter, artesano de la tabla, y Bruce Brown, productor de documentales de surf, compaginaban las olas con el motociclismo fuera de la pista. Miki Dora, surfer oportunista y “gamberro”, dominaba las olas de Malibu y participaba en carreras ilegales con autos equipados con motores Chevy. Quizás el más conocido surfer, biker y rodder fue Dale Velzy. Conjuntamente con su socio Hap Jacobs gozó de los años de gloria del surf californiano, firmando las hoy disparatadamente cotizadas tablas Velzy & Jacobs. Tablas de maciza madera de balsa cubiertas de fibra de vidrio y resina de poliéster. Tecnología heredada de la segunda guerra mundial que empezaron a usar en el mundo del hot rod artistas como Ed Roth. Incluso algunos de los clientes de Velzy & Jacobs visitaban al excéntrico Von Dutch para una cura de pinstripin aplicada en la tabla. Inaugurados los años sesenta, el surf sufrió una comercialización a escala nacional que acabó con buena parte del romanticismo de los años pasados.
Igual que en el mundo del hot rod, lo viejo y lo bueno acaban volviendo. A finales del siglo XX se fueron recuperando los viejos diseños de tablas de años atrás y fueron aceptados por una nueva generación de surfers. Algunos shapers adaptaron los viejos diseños a los nuevos tiempos; en cambio, otros escogieron el difícil camino de recuperar las olvidadas técnicas de fabricación y decoración de tablas. Tyler Hatzikian se atrevió sin complejos a replicar y revisar los diseños de surfboards de finales de los años cincuenta hasta mediados de los años sesenta a través de su propia firma Tyler Surfboards, que fundó a mediados de los años 90. El pedigree de Tyler es sencillamente envidiable: criado en Los Angeles, en el surburbio a borde de mar de El Segundo, entre el aeropuerto internacional de L.A., el famoso LAX y la refinería industrial número 2 de la Standard Oil Típico teatro de la cultura popular industrial angelina: largas calles que mecen cariñosamente la car culture californiana con los efluvios salitrosos del océano Pacífico.
El padre de Tyler, Chris Hatzikian de joven compaginaba equitativamente la afición a las olas con la mecánica, desafiando la sentencia acerca del agua y el aceite. Para más inri, el abuelo de Tyler competía en carreras de circuito oval sobre Harley. Bajo este entorno, el adolescente Tyler empezó a hacer tablas de forma amateur para sus amigos, dilapidando las ganancias en Chevys del 55, los cuales modificaba como era debido. Su talento con la artesanía de la tabla fue curtida por el mentor de lujo Hap Jacobs, el mismo que cuarenta años atrás forjó con fibra de vidrio junto a Dale Velzy la cultura surf californiana. Hap le enseñó las artes del esculpido, laminado y glaseado, que le han valido para ser uno de los nombres más famosos especializados en surfboards vintage.
Actualmente trabaja solo, así puede elaborar sus maravillas en fibra de vidrio cuidando el mínimo detalle, y asegurándose que las formas encajarán a la perfección con el estilo de surf y las olas que va a surfear el cliente. Tyler desarrolla y prueba todos y cada unos de sus modelos surfeando en la playa de El Segundo. No sólo empezó a despuntar hace unos años como buen shaper sino tambien como surfer de estilo añejo. Asumió como suyo el grácil y casi taurino estilo de surf de grandes surfers de los 50 y 60 como Phil Edwards, Miki Dora, Lance Carson, Barry Kanaiapuni o Butch Van Artsdalen. Ver surfear a Tyler es como contemplar un viejo documental de 16 mm. de Bruce Brown. No es moneda nada común hoy en día ver a un surfero con el look y a las maneras de Tyler. Surferos de su misma generación con la ya sobada imagen de camisa hawaiana y melena rubia cercana al pseudo-hippismo reconocen cierta estupefacción ante el look greaser-rockabilly nada asociado al surf de Mr. Hatzikian. Tyler nunca ha olvidado la grasa, de hecho la ha ido compaginando naturalmente con el surf. Con su Chevy El Camino se acerca a la playa para la ocasional sesión de surf matinal. Para el cruising de fin de semana, se pasea con un tan sencillo como precioso roadster Ford del ’27 con motor Flathead en negro mate. Un par de Triumphs vintage montan guardia en su taller mientras trabaja en uno de sus siguientes proyectos, un Ford 5 window del 32, sin nombrar un prometedor custom también a medio cocinar.
Fuente: Dídac Piquer : http://www.montjuichboards.com/

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