domingo, 21 de agosto de 2016

"Dioses del Surf..." ~ Una reflexión de Carlos Serrano Imprimir E-Mail
martes, 16 de agosto de 2016
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>> El surf, en 2016, se ha convertido, tras años de espera, en deporte olímpico. El mundo del surf ha recibido además la noticia en agosto, sin duda el mes más extresante para cualquier surfista español; si eres del sur o las Canarias, llevas ya varias semanas sin ver el más mínimo movimiento de ondas en tus playas. Y si por el contrario, tu hábitat está en el norte, tienes que sufrir como compañeros de pico a todos los turistas, visitantes y aprendices que hacen que coger olas sea aún más complicado que formar gobierno. Así, en este ambiente de estrés, el surf se ha hecho olímpico. ¿Y qué dice la calle, como dirían en los programas de tertulias que han marcado la anterior campaña electoral..? Que ni le va ni le viene, porque es un circo de otros, y son otros los que se beneficiarán de ésto; los cinco de siempre. Nada nuevo bajo el sol en unos tiempos en los que se mira antes el tejado que los cimientos. Es mejor ponerse una venda y luchar porque nuestro deporte sea reconocido como olímpico...

... antes que solucionar el serio problema que existe ante la falta de regulación de las escuelas, los problemas de las federaciones o el hecho de que cada vez seamos más, menos educados y más egocéntricos.

Pero de nada vale lamentarse y seguir mordiendo una mano que en el futuro quizás nos dé de comer. El surfing es, desde hace unos días, un deporte más del aparato creado por los griegos hace dos mil años para dejar de pelear entre ellos durante unas semanas, antes de volver a matarse entre vecinos, esto es, los Juegos Olímpicos. Un aparato que sirve a países como China o Rusia para enardecer su orgullo patrio, a costa de la vida y la salud de sus deportistas, y que supone la mayor pasarela de competitividad mundial. Pero por fin, el surf está dentro de una órbita, y será tenido en cuenta... Sinceramente, creo que no necesitamos vernos reconocidos. Como dijo Bob Dylan en su canción Subterranean Homesick Blues; “No necesitas un hombre del tiempo para saber de dónde viene el viento”. En el caso del surf, creo que la necesidad de un COI dando órdenes desde ciudades sin mar es más que discutible.

Las olimpiadas de Tokio serán además vistas con espectación desde el cielo por el que, para muchos (sobre todo veteranos y longboarders), es el surfista más grande de todos los tiempos, mejor que Kelly Slater y que ningún otro; Miklos Dora Jr, conocido siempre como Miki Dora. El personaje de Miki Dora, así como su vida, no es algo que pueda explicarse dentro de un simple artículo. Son necesarias muchas líneas para llegar a comprender a éste personaje, y muchos de los que lo admiran seguramente no sepan gran parte de su historia; Miki Dora vivió su vida para surfear, nada más, y su único objetivo era encontrar olas cada vez más perfectas. Lógicamente, ésta búsqueda eterna conllevaba un tiempo y dedicación total que cosas como un empleo, una familia o una vida ejemplar no hubieran permitido; por ello, Miki Dora nunca trabajó, si no que se dedicó a robar y estafar a todo aquel que pudiese, ya fuesen sus propios amigos, sus novias o sus familiares. Fue perseguido por el FBI, y sus actitudes éticas y morales distaban mucho de ser ejemplares; fue el primer local que inventó el radicalismo, siendo famosos por empujar y pegar a todo aquel que apareciese en su ola, burlándose de todo principiante y ridiculizando a los nuevos surfistas que en los años 60 empezaban a coger olas por todo California.

miki_dora_da_cat.jpgMiki Dora, al contrario que otros mitos, no necesitó morir para ser considerado un dios; todos le adoraban, desde que se subió a su largo tablón de madera a mediados de los años 50, y él, a sabiendas de su influencia, se aprovechaba de ello a más no poder de manera totalmente hipócrita y aprovechada. Un ejemplo claro es la creación del famoso modelo de tabla bautizado como “Da Cat”, que Dora creó junto al célebre shaper y surfista Greg Noll a finales de los 60. Para empezar, Dora creó esta tabla sabiendo que todos sus admiradores (a los cuales odiaba) iban a comprarla, y además, la presentó con una campaña sin precedentes en el surf; mostró la evolución del surfista tal y como era la del Homo Sapiens, con, por ejemplo el Homo Phainas (en clara alusión a Johnny Fain, su mayor enemigo en el pico de Malibú) situado en uno de los eslabones más bajos, caracterizado por sus movimientos descoordinados, o el Homo Vallei San Fernando, caracterizado por viajar en grupos y por sus futiles esfuerzos para parecer habilidoso en olas menores de un metro (éste último era una clara alusión a los nuevos surfistas provenientes del interior, del valle, de la ciudad de Los Ángeles, en anteposición a los antiguos surfistas que vivían permanentemente en la costa). Y en el eslabón más alto de la cadena se situaba a si mismo, Miki Dora, como el surfista perfecto, que para surcar las olas perfectas utilizaba el modelo “Da Cat”. ¡Y efectivamente, fue un éxito de ventas..!

No hace falta que os diga cual habría sido la opinión de Dora respecto a la inclusión del surf en el mundo olímpico. Para él, el surf ya estaba muerto en 1970, con la masificación de las playas californianas, a la cual por otra parte él mismo contribuyó gracias a su fuerte carisma y a su elegancia y estilo surcando las olas. Para Miki Dora, la competición nunca tuvo mucho sentido, y aunque participó en campeonatos, muchas veces lo hacía para “liarla” (enseñaba el trasero en medio de las mangas, se peleaba con sus contrincantes...) o porque necesitaba desesperadamente dinero. O simplemente, porque se aburría. Era, sin embargo, un hombre competitivo, y una de las mayores hazañas que se le recuerdan (y que el mismo Dora no dejaba de repetir en cuanto podía) es la de surfear un día grande, enorme, en Waimea, recién aterrizado en Oahu y habiendo únicamente surfeado las olas dulces y pequeñas de California. Miki Dora se plantó en Waimea a principios de los años 60 de la mano de unos surfistas hawaianos que habían conseguido convencerle de que necesitaba nuevos retos. Y en su búsqueda de la perfección, y motivado por la valentía y superioridad de los hawaianos en olas grandes, se lanzó a las aguas de Waimea armado únicamente con su tablón de doce pies, para enfrentarse por primera vez en su vida, y con éxito, a aquellos monstruos del Pacífico. Posteriormente, Dora lo calificaría de una experiencia casi traumática, pues él, que se creía Dios, y hacía su santa voluntad sobre las suaves derechas de Malibú, casi se ve superado por aquellas masas de agua hawaianas. Pero Dora dió la talla, y dejó a los locales de la North Shore boquiabiertos; el californiano había domado a Waimea en su primer día.

dacatevolution.jpgHay deportes que van de la mano con los resultados, que no pueden concebirse sin el habitual podio de primero, segundo, o tercero. Oro, plata y bronce. Alguien tiene que ganar, porque si no la competición, el deporte en sí, carece de sentido. ¿Es mejor Usain Bolt o Carl Lewis..? Los tres oros del jamaicano en Pekín, Londres y Río en la prueba de 100 metros lisos son argumentos demasiado fuertes para iniciar cualquier debate... El surf, sin embargo, siempre se ha caracterizado porque los ídolos, los mejores surfistas, los favoritos de la multitud, nunca han tenido porque ser campeones indiscutibles. Ejemplos claros son Dane Reynolds, Taj Burrow, Shane Dorian, Christian Fletcher... Por supuesto, está Kelly Slater, el que junto con Dora es considerado por muchos como el gran estandarte del surf. En el caso de Kelly, su “abuso” durante años en el tour, con 12 títulos mundiales, le ha creado numerosos detractores que a menudo se olvidan de la cantidad de puertas que abrió al surfing cotidiano. Pero olvidémonos de Kelly y volvamos a los anteriores surfistas; son ídolos por lo que consiguieron fuera de las mangas, ya sea por estilo, olas imposibles o maniobras innovadoras, incluso estilos de vida y de pensamiento que marcaron a nuevas generaciones de surfistas. En el surf, debemos admitirlo, el criterio de admiración, de “divinización”, no lo marcan los resultados; la mayoría de los surfistas a los que personalmente admiro, además de alguno ser campeones, obtuvieron mi atención gracias a su actitud en el agua, su estilo y manera de leer las olas y su personalidad fuera del pico. Y me consta que no soy el único. Quizás porque el surf no es un deporte en el que sea necesario competir para practicarlo. Siempre hay algún equipo que gana en un partido de baloncesto. ¿Y en un baño libre..? ¿Gana alguien..?

Quizás por ello debamos preguntarnos si sirve para algo que el surf sea olímpico. ¿Traerá dinero a las federaciones que tanto lo necesitan..? ¿Provocará una mayor regulación en las escuelas, en los ayuntamientos que poseen playas surferas en las que reina el caos en verano..? ¿Ayudará a que nuestras jóvenes promesas puedan dar todo lo que tienen dentro, en vez de quedarse por el camino..? Ojalá sea así, y quien escriba estas líneas deba cavar un agujero bien profundo en Nueva Zelanda, en donde por cierto se exilió Miki Dora para huir del FBI y encontrar olas perfectas, para no volver a salir de allí en mucho tiempo.

Quizá sea de rigor preguntar  a los veteranos en el mundo de las olimpiadas, como la federación de atletismo o la de balonmano, si realmente sobra el dinero.  El tiempo dirá, pero de momento, la medalla de oro del surf no tiene otro que la desee que aquellos que saben que el surf es un negocio cada día más grande, un negocio que debe crecer. Quizás Miki Dora baje del cielo y decida boicotear todo, enseñando su culo moreno a la multitud agolpada en las playas de Tokio, o decida bailar sobre las olas artificiales que ya planean sustituir a aquellas que crea Neptuno. Quizás Dora baje, gane, y se cuelgue la medalla, igual que alquilaba sus tablas en la arena de Malibú y sacó al mercado su “Da Cat”, listo para recoger el dinero de todos aquellos a los que miraba por encima del hombro.. Pero entonces, para muchos surfistas, dejará de ser Dios.

Carlos Serrano

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