07 ENE MICKEY MUÑOZ “THE MOOGNOSE”, EL INVENTOR DEL QUASIMODO
No solo destacó por ser un surfista de olas grandes, sino que también fue un talentoso surfista de olas pequeñas.
Texto: Víctor Gallego // Fotos: Encyclopedia of surfing
Una leyenda llega a ser una leyenda por múltiples factores que vienen determinados por que una persona sea única, irrepetible y sobresalga por encima de la media. Pero sobre todo, por dejar una huella en la historia.
Este es el caso del surfer con el que el abro este 2017. Un auténtico soul surfer que, a punto de cumplir 80 años, ha vuelto a saltar a la primera línea de los magazines. El motivo, un nuevo documental sobre su vida que se estrenará en el próximo año, “The Mongoose: The Story of Surf Legend Mickey Muñoz”.
No hablo de otro que del inigualable Mickey Muñoz. Y es que un americano que escribe su apellido con una letra que en su país ni conocen, ya es alguien que de primeras, se gana el respeto de los más duros.
UNA LEYENDA VIVA DEL SURF
Conocido y reconocido por todo el mundo surfer como “the Moognose” (la mangosta), este neoyorquino nacido en 1937 y que, a los seis años, se mudó a Santa Mónica, es uno de los referentes del surf moderno. Inventor de maniobras inverosímiles, cómicas e irreverentes como el Telephono, el Mysterioso o el Spontaneo, fue uno de los primeros surfers en domar a la bestia de Waimea en 1957.
Tal vez la más influyente de todas estas maniobras y la que ha pasado a la historia fue la de “Quasimodo”, inspirada en el personaje de novela de Víctor Hugo, “Nuestra señora de Paris”, en la que Mickey se colocaba sobre su tabla en una posición en la que imitaba al jorobado más famoso de la historia, el de Notre-Dame. Aunque fuese esta la que pasase a la historia, sus otras invenciones no dejaban indiferente a quienes lo veían cabalgar las olas en una de las mecas del surfing, Malibú.
Mickey Muñoz fue un surfista polifacético que destacó a la pronta edad de 10 años, siendo uno de los jóvenes más valorados en la zona de Santa Mónica. Y no solo destacó por ser un surfista de olas grandes, sino que también fue un talentoso surfista de olas pequeñas. Muestra de este talento son los numerosos premios y campeonatos que alberga en sus vitrinas esta leyenda del surf.
A principios y mediados de los años 60, Muñoz se convirtió en uno de los mejores competidores de California, terminó segundo en los Campeonatos de la Costa Oeste de 1962 y 1963 y tercero en el Campeonato de Estados Unidos de 1964.
En 1965 fue invitado al “The Duke Kahanamoku Invitational Surfing Championship” en honor al auténtico Padre del Surf moderno. También ganó el concurso “Tom Morey Invitational noseriding” y se situó segundo en los Campeonatos de los Estados Unidos, acabando cuarto en el Campeonato Mundial de ese año.
SU FACETA ARTÍSTICA
Muñoz también fue prolífico en su faceta como shaper, en la que durante años diseñó tablas para la marca californiana Hobie Surfboards. Años en los que este pionero del surf se escabulló y mimetizó en el anonimato. Realizaba esporádicas apariciones públicas, más como un poeta del surf que como un surfista en busca de emociones y sensaciones de las que antaño había hecho gala. Apariciones en las que hacía gala de esa filosofía que luego dio nombre a su autobiografía No bad waves (Editorial Patagonia). Un título en el que se deja patente la particular forma de pensar de este genio del surf “There are no bad waves, only a poor choice of equipment and a lousy attitude”.
El próximo año se estrenará un documental dirigido por el director John Jopson. En él se recoge la historia de este pionero californiano, cuyo nombre se escribe con Ñ de Muñoz.
Esta no es su única vinculación con el celuloide, ya que Mickey Muñoz apareció en múltiples películas y documentales de todos los tiempos, Search for Surf (1958), Angry Sea (1963), Stop the Wave, I Want to Get Off (1965), y Fantastic Plastic Machine (1968). Incluso apareció en el documental de la PBS Liquid Stage: The Lure of Surfing, en 1995.
En el 2006 entró en el salón de la fama del surf en Huntington Beach, con el que se reconocía y se ponía el broche a una carrera llena de éxitos de uno de los padres del surf moderno. Una de las figuras que probablemente haya pasado más desapercibida a los ojos de la historia de este deporte, pero que sin ninguna duda dejó su impronta en él.