viernes, 27 de mayo de 2016

JOCK SUTHERLAND

JOCK SUTHERLAND from Soul Surfers on Vimeo.

El artículo de la Reader's Digest. - http://desdelacroa.blogspot.com.es/

  http://desdelacroa.blogspot.com.es/

 

Tras haber entrevistado a algunos de los protagonistas de los orígenes del surf en Galicia, y después de haber leído y escuchado entrevistas de pioneros de otros lugares de nuestras costas, me he encontrado con una serie de referencias comunes que impulsaron a muchos de ellos a iniciarse en la práctica del surf. Muchas de éstas fueron curiosamente referencias escritas: un artículo en la revista Life, los artículos de Mecánica Popular, o un reportaje sobre surf en el Selecciones de Reader's Digest. Documentos que por su relevancia histórica han pasado a ocupar un lugar trascendental, por no decir casi mítico, en nuestra corta historia. Por eso, y cuando tienes la oportunidad de acceder a uno de ellos, se trata de un gran descubrimiento.

Buscando por internet es fácil encontrar algunos de éstos. Por ejemplo, y hace años, publicamos varias entradas dedicadas a la revista Mecánica Popular y sus artículos sobre cómo construir una tabla de surf. Aquellos reportajes sirvieron de guía para que los primeros "shapers" se lanzasen a fabricar las primeras tablas construidas en nuestras costas. Buscando un poco se puede encontrar también la portada de aquel número de la revista Life. Pero el que se me resistía era el de la Reader's Digest. La pista más firme sobre él me la había dado la familia Irisarri, en la primera parte de la entrevista que sobre sus comienzos en el surf les hice hace unos años, se identificaba a aquel reportaje como el "punto cero" de casi una vida dedicada al surf:

"De lo que tenemos un recuerdo claro es de un libro, “Viajes sin fronteras”, que pasó por casa entorno al año 1971-72. El libro incluía un reportaje sobre Australia. En dicho reportaje se hablaba de Nat Young, y se comparaba su figura con la del atleta Ron Clarke, una de las figuras deportivas de la época, pues había batido varias veces el record del mundo de los 5.000 y 10.000 metros. Ron Clarke había ganado la medalla de bronce en la prueba de los 5.000 metros en los Juegos Olímpicos de Tokio en 1964, y en 1968, en los de Méjico, casi muere debido a una mala adaptación a la altura. Hoy por cierto es el Gobernador de la Gold Coast. En ese reportaje se mencionaba que Ron Clarke era tan famoso en Australia como un surfista llamado Nat Young, que por aquel entonces acababa de ganar el campeonato del mundo de surf. Nos llamaba poderosamente la atención que un surfista, dado que para nosotros el surf era algo muy lejano y exótico, fuese reconocido y tuviese tanta fama como una estrella mundial del atletismo. Creo que desde ese momento el surf no sólo pasó a estar presente de un modo más fuerte en nuestros pensamientos, sino que también comenzamos a tomar conciencia de él como deporte y a aumentar nuestro interés por su práctica. Sin embargo teníamos un problema fundamental. No teníamos tablas, por lo que de algún modo estábamos con las manos atadas".

Por eso, cuando hace unas semanas Vicente me escribió para contarme que su hermano Alberto había encontrado el libro que contenía el reportaje, y además me lo enviaba adjunto, me lancé de inmediato a su lectura.
Con el texto en mi poder, y con el "permiso" de los redactores de la Reader's Digest, me he tomado la libertad de transcribir el artículo en su totalidad en esta entrada. No lo he hecho literalmente, ya que en su versión original la traducción abusa un poco de la literalidad. Lo que sí que he respetado es su contenido, aunque algunas partes resulten casi cómicas. Sin embargo, tal vez estas partes sean precisamente lo más interesante del texto, pues muestran la visión que se tenía, y se difundió en nuestro país, del surf a principios de los años 70 (el texto es del año 1971). Espero que lo disfrutéis tanto como yo.
CAMPEONES AUSTRALIANOS DE "SURF", por Dennis Lalanne.
En mis inicios como periodista deportivo, y de acuerdo con las notas de mi cuaderno, Australia no era más que otra etapa del circuito mundial de rugby. Siguiendo a la selección francesa, y tras el estrepitoso fracaso del equipo en el terreno de los "All Blacks", la llegada al campo del Sydney Cricket Ground, en Brisbane, me pareció menos hostil, y eso que los jugadores australianos de rugby tenían la genuina imagen de un deportista del quinto continente: eran rudos, francos y leales, además de tener un aspecto un tanto reservado debido, sin duda, a la tradición británica que habían heredado. 
Cuando volví a Sydney poco tiempo más tarde, con ocasión de un partido de tenis de la Copa Davis, me encontré con que Australia había cambiado mucho; el progreso había transformado rápidamente aquel país que recordaba adormecido y apenas explorado. Vi a unos Papas Noels sudorosos a la salida de unos grandes almacenes recibiendo a sus clientes. Me llamó la atención la animación de King Cross por la noche, las luces de neón, las construcciones, la mentalidad progresista de sus habitantes y otros muchos detalles que demostraban que Australia se había desembarazado de la antigua rudeza y del aburrimiento que entorpecían su desarrollo. Por supuesto volví a encontrar a mis rudos, francos y leales amigos, que ahora poblaban, fuertes y bronceados, los extensos kilómetros de playa que forman la Gold Coast entre Queensland, Nueva Gales del Sur y Victoria. No exagero al decir que estaban como peces en el agua. En realidad, tras aquella visión, pensé que a todas las especies de peces habría que añadir la de los jóvenes australianos, de los que casi podría decir que parecían haber nacido en el agua.

Los australianos siempre sintieron especial atracción por la naturaleza, tal vez por la necesidad de contar con ella tanto en las circunstancias adversas como en las favorables, para vencerla o ser vencidos por ella. El continuo contacto con el mar, y el perfecto conocimiento de éste, de las playas y de sus rompientes, ha provocado y favorecido la proliferación de las mil variedades de surf que se practican en el país. En Australia no se llama surf exclusivamente a la práctica de ese deporte que emplea una plancha y que se comenzó a practicar en Europa a finales de los años 60, sino a toda una serie de deportes derivados de éste.
El surf no fue descubierto por los australianos hasta 1915, cuando el famoso nadador hawaiano Duke Kahanamoku hizo una exhibición en Freshwater Beach, Sidney, delante de numeroso testigos atónitos que probablemente, y en aquel momento, estaban muy lejos de imaginarse que aquella antigua diversión de los reyes hawaianos haría furor en su propio país 50 años más tarde. Pero es preciso haber asistido a un festival de surf para tener una ligera idea de todos los significados que un australiano puede sentir al oír esa palabra.

Surf quiere decir oleaje, ola, resaca; surfing, el arte de desplazarse, jugar y dominar el oleaje y la resaca. La práctica de este deporte ha arraigado tan profundamente en los australianos que podría afirmarse que un festival de surf representa en realidad una conmemoración de la unión de Australia con el mar que le circunda. La celebración de un festival es un acontecimiento que moviliza a todo el país, y en el que puede decirse que toman parte más o menos activa todos sus habitantes. Recuerdo que en cierta ocasión paseaba por Sidney en compañía de Ron Clarke, que había ganado numerosas veces el título mundial de carreras pedrestres. Era la época en que sus fugaces viajes a Europa bastaban para llenar los estadios. Pues bien, su paso por las calles de Sidney no suscitaba la menor muestra de interés. La gente solo se dignaba a fijarse en él en Melbourne, su ciudad natal, y eso porque entrenaba con un chandal multicolor y en una avenida muy concurrida. Pero que nadie intente pasearse a solas con Nat Young por cualquier ciudad australiana si no quiere llevarse un buen susto al verse rodeado por una multitud. Porque Nat Young es el rey del surfing; un joven idolatrado por los suyos, a quien se disputan todas las cadenas de radio y televisión, y que cuenta con miles y miles de admiradores.

A Nat Young le precedió en fama Bernard "Midget" Farrelly, siete años mayor que él, primer campeón de su especialidad y "culpable" del fulminante éxito con que se extendió el surf en su país. Farrelly, hijo de un taxista de Sidney, fue el primero que, en 1963, logró vencer a los americanos y hawaianos, y en convencer a todos los australianos de su edad de que "ningún espectáculo del mundo supera en belleza al de un hombre que se enfrenta con su traje de baño una enorme y amenazadora ola verde, empleando como única arma un perfecto control de movimientos".

Otra figura reconocida es Wayne Lynch. "Yo me evado. Huyo de la sociedad. Mis planchas y la playa son mi vida. No, no soy un happy, pero en el mar me siento libre. Cuando estoy en sociedad, me siento lleno de complejos. No me gustan las reglas ni las obligaciones sociales que atan a las personas. Me gusta el aire libre, el mar, las olas. La gente hace leyes y se somete a ellas, sin darse cuenta de que vive encarcelada. Pero yo quiero vivir; vivir libre".


El surf es un deporte y un modo de vida al mismo tiempo. Pero no nos alarmemos demasiado por las historias que se cuentan. Es verdad que entre los que lo practican existen algunos gamberros, jóvenes rebeldes que pertenecen a una banda, cabalgan en ruidosas motos y llevan un distintivo en la espalda. En Sidney, en las playas de Manly o Bondi, ha habido verdaderas batallas campales: en 1963, una pelea entre surfers y rockeros terminó con 90 heridos graves sobre la arena. Pero estos maleantes son solo una minoría: la gran masa de surfistas son amables y correctos; no hacen daño a nadie con sus pequeñas manías, con encender un fuego en la playa, ponerse trajes pintorescos o utilizar para ir a la playa un coche viejo pintarrajeado en el que se amontonan hasta 10 personas.

Podemos imaginar perfectamente la sorpresa que se llevarían unos astronautas venidos de otro mundo si su ovni se posara, por casualidad, y entre septiembre y marzo, en cualquier playa del norte de Sidney; en Deewhy Point o en North Narrabeen; en Fairy Bower o en Freshwater Bay, al ver a los surfers emergiendo de las espumosas crestas a la misma velocidad que las olas, y sin la ayuda de ningún ingenio; la imagen les podría llevar a pensar que tal vez el ser humano descienda de los peces; o incluso imaginarse que en nuestro planeta existe una especie de hombres-peces. Pero su sorpresa se convertiría en asombro ante el espectáculo de un homo-surfus cogiendo su plancha predilecta (un big-gun de tres metros y medio, o de una plancha de poliéster más moderna y más corta, de dos metros y medio), metiéndose en el agua y cabalgando sobre las olas, como un dios del mar. Pero aún en el caso muy poco probable de que los visitantes del espacio se acercaran a un homo-surfus no entenderían nada: hay que tener en cuenta que incluso a un ser humano normal le resulta ininteligible el lenguaje de un surfboard-rider, puesto que éste habla el "surf", una lengua desconocida hasta nuestros días. Yo ya lo había comprobado en Biarritz, donde los surfistas californianos y australianos, que no sabían ni una palabra de francés, se entendían a las mil maravillas con los surfistas del país, que a su vez no entendían ni una palabra de inglés. Decían: quasimodos ... hanging five ... hanging ten ... flick outs .... wipe outs for hodads ... coffin-riding the heavies .... sliding ....

Pero todas estas extravagancias no quieren decir que el surf sea exclusivo de un sector de la sociedad, o un privilegio que sólo pueden disfrutar los jóvenes atletas con determinadas aptitudes físicas. Este deporte se puede practicar con toda sencillez sin pertenecer al mundo de los beat-nicks, y desde luego sin tener que adoptar costumbres, ropas o reglas que no sean absolutamente normales. El surf es un deporte apasionante, que desarrolla armoniosamente los pectorales y los deltoides, puesto que para llegar hasta la ola hay que tumbarse boca abajo sobre la plancha y remar únicamente con los brazos. Este ejercicio proporciona al que lo practica una sensación de poder, de conquista, de vuelta a la naturaleza; una sensación de riesgo y de libertad. Los surfistas suelen ir en grupos para protegerse en caso de peligro. Pese a la solidaridad que los caracteriza, estos deportistas siguen estrictamente una regla de la que hacen cuestión de honor: la ola pertenece al que llegue a ella primero.

Australia se ha puesto rápidamente a la cabeza en la práctica y desarrollo del surf, en donde ha desplazado a californianos y hawaianos. Los fabricantes de planchas de madera han inventado una nueva variedad de formas, y sus campeones han desarrollado toda una serie de técnicas nuevas, algunas de las cuales, como por ejemplo la del roller-coaster, que consiste en caer desde lo alto del remolino de la ola, han dejado muy anticuado el clásico toes on the nose.

Parte primordial del éxito de este deporte en Australia reside en su espléndida naturaleza y en sus playas. En este continente quizás no se den muy a menudo las gigantescas olas de las playas hawaianas de Waikiki o Banzai, pero no existe ningún otro país que ofrezca una cantidad tan considerable de olas durante todo el año, encrespadas por el viento de tierra, que hacen las delicias del surfista.

El paraiso del surfing australiano se encuentra indudablemente en la costa de Queensland, situada al sur y al norte de Brisbane. Las playas de Coolangatta, Tweed Heads, Currumbin, Maroochydore, Mooloolaba, Coolum Noosa también hacen las delicias del hot-dogger. Pero en sus aguas acecha el peligro de los tiburones, habitantes comunes de los mares australianos. Son de sobra conocidas las terroríficas historias de bañistas que han sido devorados en el Shark Alley o el denominado pasadizo de los tiburones, entre Queenscliff y Bombora. Para defenderse de este enemigo común, los surfistas han convenido una señal de alarma que consiste en levantar los brazos verticalmente por encima de la cabeza. Inmediatamente las campanas de los puestos de vigilancia dan la alarma. Pero los surfistas no huyen ni se inquietan lo más mínimo. Con soberbia indiferencia vuelven a ponerse de pie sobre la plancha y a bogar dulcemente sobre su débil esquite hasta que desaparezca la alarma. Porque curiosamente, según se ha comprobado innumerables veces, en los lugares donde se multiplican los surfistas, los tiburones retroceden y se van. Es como si reconocieran que los dueños de las olas que se elevan constantemente no fueran ellos, sino los jóvenes e intrépidos deportistas que surcan y dominan el mar sobre sus planchas de poliéster.
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martes, 24 de mayo de 2016

Dis•place•men•tia The Greenough Edge Boards BY http://displacementia.blogspot.com.es

The Greenough Edge Boards


There's been renewed interest in Greenough's edgeboard design concept...with Dave Rastovich riding a couple of stand-up versions George built recently. (George is working on two more as we speak.)

KP's post on the Rasta edgeboard is directly below. Liquid Salt has coverage HERE...

This is the "Displacementia Blog," and Greenough edgeboards don't displace water, so it might seem like an odd forum for such a discussion. But George is still the king when it comes to bending water to his whim. And bending water is what displacement surfing is all about.

Within the hull surfing community, the overall understanding of the edgeboard spoon is pretty solid, but here's a quick overview...

George loved his old round bottom spoons of the mid-to-late 60's....



But they needed perfect point surf to allow the big fin and deep displacement hull to work in conjunction with each other, rather than against each other...

 
 

 
  
The low flotation Greenough spoons needed minimal crowds, and Velo needed perfect waves. By 1970, George grew tired of constantly searching for perfect, empty surf. He started thinking about how to modify his design to ride the junky, less crowded days at his favorite points and reefs.
 
The round bottomed Velo board was hard to ride in broken up surf like this...
 
 
The deep belly under Velo's nose would break up the chop, but the board was sluggish to lift onto a plane, and the fin was too big and sticky in rough water. Velo needed a clean powerline to fire on all 8 cylinders.
 
Around that time narrow, gunny lowrailers came into vogue, and George was intrigue by what he saw...but he hated the way the flat bottom boards with nose-to-tail edge refused to carve on their rail when turning. So he decided to combine both concepts...a flat bottom and edge for speed-skimming, with turned up rails for the ability to bank over on turns.
 
It took him over a year to get the slightest hint of success. He found he needed to build a much narrower board, and he needed to move the wide point of the outline forward...meaning a wider nose and narrower tail compared to Velo.
 
 
 

 The length and bottom rocker remained the same...
 
 
 
...but he spent a lot of time tinkering with the wedge shape of the stepped edge, which turned out to be critical...
 

 
 
The next problem George faced was finding the right fin for the edgeboards. The large, flat foiled Velo-style fins were completely wrong.
 
Even the much narrower Stage 4 fin -- made out of the conventional 3/8" thick glass panel -- stuck in tracks and was unsuccessful on the edgeboards.
  
 
 He realized he needed to let the edges run free across the water, without the fin dictation the direction of travel. He installed a removable fin system and built a series of rigid, narrow fins in varying thicknesses and then gave them all a try. The fin with a 5.5 to 1 aspect ratio worked the best.
 


 
 
 
This is how dramatic the Greenough fin evolution was...Velo fin on the right, edgeboard fin on the left.
 
 
 
There was a constant flow of improvements from the early 70's through the late 80's...including small wooden ribs along the bottom to keep the nose from sliding out when in trim, and a square tail with a swallow cut into it so the corners would flex freely. He covered the tail split with hypalon fabric to keep the fin from cavitating.
 
 
 
And there was a shift from polyester and fiberglass construction (left) to epoxy and carbon fiber (right.) You can see the wooden runners on both boards, as well as the hypalon tail covering.
 
 
 
 For over 20 years, George ripped on the edgeboard spoons!
  







 




 
It's great to see world class surfers interested in George's accrued knowledge, and it's great to see George stoked to shape conventional boards again.
 
Should be interesting!
 
 
 
BY: 

Friday Morning - Toots

lunes, 2 de mayo de 2016

JARED MELL!!! Dear Rory: “Self-Loathing Log Lover!”

Dear Rory: “Self-Loathing Log Lover!”

Rory Parker by Rory Parker

The best surfer is not the one having the most fun, it's the one surfing the best…
Dear Rory,
I’ve been surfing half my life. I started off on shortboards, but after an epic trip the Nicaragua a few years back I don’t even want to look at a board below nine feet. Our gutless waves here make for ugly speed pumps and flailing arms. I catch so many more waves than I otherwise would, the rides are longer, and I go out on the smallest ripple with my tanks. While I love loggin’, I fear the learning curve for my next trip with real waves will get pretty steep. Should I dust off the fish and grovelers and force myself to work with what we’ve got, or continue on with the log?
Self Loathing Log Lover
Dear Rory says: I adore longboards in barreling surf. Get in early, set a line from behind the section, jam that trailing arm in to pump the brakes and use the extra volume to float over turbulence. Easy as pie.
But expensive as hell. Pulling in on a big board is a costly habit. Fuckers snap like twigs, every blown section the recipe for a split down the middle. Flapping sheets of fiberglass, an expensive repair bill (I both hate, and absolutely suck at, doing my own repairs).
I struggle with my love of logs. Left long flat spell shores far behind nearly a decade ago, never really need one. Usually a short drive to quality surf when you live on an island in the middle of the Pacific. Actually look forward to those sheet glass doldrums days. Makes for great visibility, an easy swim, fish on the spear for din-din.
Little tangent here, gotta point out how weird it is that most surfers spend their lives floating around the lineup without thinking about what’s going on beneath the surface. Heck of a lot of cool shit going on down there. 
Longboards are fun because they’re easy. Especially if you’re oafish enough (as I am) to duckdive the damn things. Really takes away the challenge factor. Fly out through the lineup, push under an oncoming, use that foam to rocket your way to the surface. Sit deep, outside, take your pick of sets. Remember to take a break once in a while. We’ve all be on the receiving end of a rapacious dick using extra planing surface to cheat his way into every wave. Super frustrating, totally rude.
I’ve been surfing my entire life. As long as I can remember. And I’m a pretty good surfer. Should be, after roughly three decades of trying hard. But, as I get older, I realize I really should be better. I can ride a hi-perf sled well enough, if I’m on. Slightly hungover? Rhythm a bit off? Then it’s hell. Flail and struggle. Mistime turns, bog rails, generally fucking suck.
There’s no point in making things more difficult. The waves allow what they allow, you surf how you want to surf. You could go shorter, ride a little mini Simmons or retro twinny. But I wonder if there’s really a difference, between them and a log. No matter how you slice it, it’s just about making things easier. And regardless of your cheater varietal, you’re always gonna feel like you’re surfing better than you actually are.
Which isn’t any fun at all. The best surfer is not the one having the most fun, it’s the one surfing the best. But I’m beginning to wonder if I really care whether I’m the best surfer anymore.
It’s hard to separate fact from delusion, especially if you spend as much time as I do inside your own head. I’m huge these days. Cultivated mass all the way up to 260, harvested my way down to a current 230. Which is fucking monstrous.
At 6’2″ I carry it decently enough, and I’ve converted a large amount of that blubber to muscle. But if I’m being totally honest with myself I know I could easily ditch another 20 pounds by eating healthier and doing some, ugh, cardio. And if I kicked my ass into tip-top shape I could probably hop back on my low volume rides and start blasting fins out again.
Am I gonna? I don’t know. It doesn’t sound very fun.
Recent visitors were on some crazy health kick. No sugar, no carbs. They look great, but their diet looks like hell. Constantly eating, always hungry. Don’t know if there’s a middle ground, but if there is I’d sure love some directions to it.
Anyway… I guess I’m starting to believe that there’s no honor in making things difficult. If you’re not looking to do airs, or win contests, riding an unforgiving board in lackluster conditions is dumb. Sure, when some guy who’s a foot shorter and a hundred pounds lighter than me surfs circles through the lineup on a small day I feel like a total kook. But it’s all give and take. Yeah, he can blow up a waist-high section, but I can reach shit on the top shelf.
There’s no point in making things more difficult. The waves allow what they allow, you surf how you want to surf. You could go shorter, ride a little mini Simmons or retro twinny. But I wonder if there’s really a difference, between them and a log.
No matter how you slice it, it’s just about making things easier. And regardless of your cheater varietal, you’re always gonna feel like you’re surfing better than you actually are.
Maybe that’s the secret? Just embracing the lies we tell ourselves?
Ride what you want at home, change equipment as conditions dictate. And when you find yourself with butterflies in the belly on your way into a offshore, top to bottom, foreign barrel, do what I do. Heave yourself over the ledge a few times, use the beatings to chase away the nerves.

http://beachgrit.com/2016/04/dear-rory-self-loathing-log-lover/

VANS NY DUCT TAPE SEG 3 COMPRESS IAN LOVE.mov

Link Wray Rawhide on Dick Clark's American Bandstand

The Spotnicks Amapola

The Jaguars - Saturday Night at the Duckpond

Reportaje a Felipe Pomar (Surf)

music by the supertones slaughter on 10the ave and the munsters theme

domingo, 1 de mayo de 2016

SURFING CONTEST HUNTINGTON BEACH 1963

Tom Morey Surfing Morey Pope Trisect

The Waikiki Rumblers - Waikiki Rumble

DRAG STRIP RIOT! Classic hot rod rockabilly film

The First Memphis International Rockabilly Festival - a snapshot of the ...

Hey Ho Let’s Go Surfing

Hey Ho Let's Go Surfing from Nathan Oldfield on Vimeo.

Bud Gardner Surfboards - since May 6th, 1966